Leyendo el blog de
Adriana, está publicado un post titulado:
Una de Espantos y Aparecidos, donde Adriana acompaña a su mami a un funeral de un familiar no muy cercano y relata una “premonición” que tuvo la mamá con respecto a la muerte del difunto. Adriana finaliza el post con una buena pregunta: “… ¿Será que las circunstancian confabulan para que la gente siga creyendo en “Cuentos de Espantos y Aparecidos”?
Bueno, yo no sé si es que el Universo conspira, si existen los fantasmas, si antes de “irnos a casa” avisamos por lo menos a un ser querido y creo que, como todo en la vida, es una cuestión de creer o no creer. Sin embargo, yo creo en las premoniciones, corazonadas, sexto sentido, olfato o como lo quieran llamar. Creo en esto sobre todo si se trata de seres queridos.
Mi papá fue un hombre que no creía en nada esotérico, ni sueños ni nada. Un poco antes de morir (en un accidente, nada de enfermedades ni nada) le dijo a mi mamá:
-"Coño, Toy asustao Mary, manejando por la Cota Mil vi una sombra inmensa". (No, mi viejo no se murió en la Cota Mil). Pocos días después nos fuimos toda la familia a Higuerote a la casa de playa de mi padrino y sin ton ni son escribí un poema un poco (bastante) melancólico. (al final de este post lo publico)
Unos meses antes de la muerte de mi papi, me fui con mi mejor amiga al Parque del Este y allí, en la grama, ella me dice:
-“Estás como rara”
-“Es que hace unos días se me metió en la cabeza que no soportaría la muerte de mi viejo”
-“Está enfermo?”
-“No, para nada”
Y lloré.
Un viernes en la noche, mi papá se fue a Higuerote con su hermano (mi padrino). Puso las llaves del carro arriba del “tocadiscos” (en aquella época aún usábamos eso) y dijo:
-“Aquí están las llaves del carro. Está recién lavado, a ver si lo cuidan y a ver cuanto dura. Que una de ustedes duerma con tu mami que yo no voy a estar”. Me besó en la frente y se fue.
A la mañana siguiente, según afirma mi padrino, mi papá se levantó con un capricho inexplicable de querer ir a La Laguna de Tacarigua. Por más que mi padrino se negó y lo sedujo con la idea de estar en la playa mejor, mi papá (como buen gallego terco que era) logró que mi padrino lo llevara a la Laguna. Una vez mi padrino cedió, a mi papá le entró un empeño de hablar con mi mamá a toda costa. Buscó todos los teléfonos públicos posibles (no, tampoco teníamos celular; de aquella sólo existían los ladrillos y eran carísimos). En resumen: mi papá no pudo hacer la llamada porque CANTV une a la gente (cuando quiere. Se fueron a la Laguna y de allí no salió con vida.
Yo no trabajaba los sábados, pero ese día me provocó estar fuera de casa y me fui a la oficina. Me vestí toda negro, me miré en el espejo y dije: “Ay no, que pavoso”
Mi hermana Verónica, (la más con los pies en la tierra), asegura que estaba soñando que mi papá la despertaba y, le decía desde la puerta del apartamento:
-“Vero, son las 10 de la mañana, hay que pintar el apartamento. Todo lo vas a tener que hacer tú solita porque yo no voy a estar más”
Mi hermana abrió los ojos, se fijó en la hora, eran las 10 de la mañana. Estaba sola en la casa. Mi mamá y hermana menor estaban en Paracotos y yo en la oficina. Apenas metió en el baño, sonó el teléfono con la noticia. Miró el reloj: 10:05 am
A mi me fueron a buscar a la oficina y me dijeron que papá y padrino habían tenido un accidente. Me confirmaron la muerte de mi viejo a las 5 pm. A esa hora, mientras yo pegaba un grito desgarrador y miraba a Verónica y la acusaba que ella ya lo sabia, mi mamá estaba entrando al apartamento enterándose también, pues le habían dicho lo mismo que a mi.
Mi papá murió ahogado a las 10 de la mañana… hora que en el sueño se le aparecía a mi hermana. Desde esa fecha en adelante mi hermana (a quien en aquella época se le podría llamar una de las mujeres más sifrinas de la Capital) se encargó ELLA SOLA del taller mecánico de mi viejo.
No sé si son apariciones, si las circunstancias coinciden para que los que creen sigan creyendo en estos cuentos, sólo sé que eso le pasó a mi hermana. Yo jamás lo he experimentado y creo que prefiero enterarme en el momento preciso.
Aquí está el poema que escribí, sin saber porqué, una semana antes de la muerte de mi papi:
“No quiero pensar que te perdí
que no volveré a verte sonreír
que tu cuerpo ha volado con alas prestadas.
No quiero pensar que te perdí
Que no volveré a ver el brillo de tus ojos
Que tu cara se ha quedado allí, congelada
No quiero pensar que te perdí
Que no volveré a tocar la suavidad de tus manos
Que no volveré a sentir el manto de tu cuerpo
Que me quitó el frío de tantas madrugadas.
No quiero pensar que te perdí
Que esto que escribo ahora no lo podrás leer ni oír
Aunque te lo lleve a tu descanso
Y lo lea con voz ahogada
Y nos empape la lluvia al papel, a ti y a mí
Mientras te leo esto
Aunque no me oigas
Aunque no veas que un domingo más
Me vestí para ti”
Milagros Cabana. Febrero 1996.