En el momento justo que siento que el sueño ya está terminando de mecerme, mi lindo Euro comenzó a ladrar como un perro adulto. Nunca lo había escuchado ladrar de esa manera. Su mirada estaba fija hacia la cocina. Ladraba como cuando un perro le ladra a alguien indeseable. Se ponía en posición de ataque, avanzaba unos pasos, e inmediatamente retrocedía, como si ese "algo" se le estuviera acercando. Le pedí que se callara; le hice cariñitos, pero su actitud era de "no me molestes que te voy a defender".
Pasados 10 minutos, Euro no se callaba, asi que me levanté, encendí las luces y le dije: "ves? No hay nada, no hay nadie, por favor cállate, son las 5:45 am y nos van a botar de esta vaina".
Fue inútil. Euro ladró y ladró y ladró, hasta que le dió la realísima gana. Siempre mirando a la misma dirección. A las 6:30 am, se tranquilizó y después de llegar al divorcio de los Roses (en la Guerra de los Roses) me pude quedar dormida.
Cabe destacar que la pecera del Betta estaba, nada más y nada menos que: En la COCINA!.