Al llegar a la heladería, una sugerente foto de un banana split me seducía, así que le pregunté a mi sobrina si estaba de acuerdo en que pidieramos uno para las dos, pues asumí que uno para cada una iba a ser demasiado. Hacía muchísimos años que no me comía una delicia de helado como esa.
Ella, contenta, accedió y pedimos nuestro barquito con chocolate, mantecado y pistacho (de más decirles que esa combinación estuvo fantástica). Una vez servido, nos sentamos a "devorarnos" nuestra merienda.
Viendo a mi sobrina comerse el helado con tanto gusto, empecé a viajar en el tiempo y volver a aquellos tiempos en el que mis dos hermanas y yo le montábamos terrorismo emocional a papá rogándole que nos llevara a Crema Paraíso (vivíamos a 2 cuadras del Crema Paraíso de Colinas de Bello Monte). Nos encantaba los deliciosos perros calientes y el impelable Banana Split.
Traté de recordar sin éxito cuanto podía costar en esa época un helado como ese, pero sí recordé que no era barato. Mientras volvía poco a poco al presente sacándo cuentas del bendito helado, me dí cuenta que sólo le había dado dos cucharaditas cuando el helado había desaparecido dentro de la boca de mi sobrina.
Me quedé con el antojo de pedir otro, pues ya estaba oscureciendo y debía llevar a la niña a su casa, asi que mis ganas no quedaron satisfechas. Y en este preciso momento me están dando unas ganas irresistibles de irme a comer uno... Creo que mañana me voy a dar ese gustazo... SOLA!
Ah! Y también recordé a estos Banana, que cada vez que los veía, mis antojos por un Split aumentaban considerablemente:
Nota: La autora de este post no se hace responsable de los antojos que pueda desatar el contenido del mismo en los demás miembros de la blogósfera. Lo lamentamos por aquellos que estan a dieta!